Señales que te indican cuándo necesita ayuda profesional tu hijo

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Hay ciertas señales que te indican cuándo necesita ayuda profesional tu hijo, la mayoría de ellas se mostrarán en su conducta o forma de comportarse, así como en otros aspectos relevantes como el habla o el control de su cuerpo.

Es importante que recuerdes que recurrir a la ayuda de un psicólogo o especialista en niños no supone algo negativo, de hecho, confiar la salud mental de tus hijos a un experto siempre será algo beneficioso y gratificante.

¿Cuándo debo considerar recurrir a un especialista psicológico para mi hijo?

Es normal que los niños sufran de pequeños ataques de ira cuando no pueden completar una tarea, así como estados de frustración o rebeldía, que duran poco tiempo y no impiden su crecimiento como personas.

Como padre o madre tu posición es detectar dicha situación y usar todos los recursos a tu alcance para que el pequeño se sienta escuchado y atendido, consiguiendo así la resolución del problema.

Estas circunstancias se presentan ocasionalmente todos los días, y puedes manejarlas aplicando una actitud serena, amorosa y comprensiva. Pero, a veces, estas eventualidades pueden escaparse de tus manos.

Aquí es donde empiezan a surgir señales que te indican cuándo necesita ayuda profesional tu hijo, en el momento en que los desbordes de ira o frustración empiezan a salirse de control, y cualquier recurso que puedas aplicar ya no surte ningún efecto en él.

Considerar en este caso la ayuda de un psicólogo infantil es la respuesta correcta, y no emplear los castigos o discusiones, que solo pueden empeorar la situación o crear reacciones a mayor escala.

Situaciones más puntuales: señales que te indican cuándo necesita ayuda profesional tu hijo

A veces puede parecerte difícil identificar las actitudes que indican cuándo llevar a tu hijo al psicólogo, creyendo que muchas de estas señales son solo etapas temporales que pasarán a los pocos días.

Conductas agresivas

Los niños son como esponjas, absorben todo lo que ven, y cuando se vive en un entorno donde las personas se expresan con violencia, puede generar repercusiones en su actitud.

En este sentido, basta con que un familiar cercano no se exprese de la manera adecuada para que el pequeño vea esto de forma natural, haciendo que varias de sus reacciones ante las situaciones tengan la misma naturaleza.

Otra de las señales que te indican cuándo necesita ayuda profesional tu hijo con respecto a la agresividad es la poca tolerancia a la frustración, que se presenta cuando no obtiene lo que quiere, reaccionando de forma agresiva.

Poca concentración 

Muchos niños presentan problemas para concentrarse en distintas tareas, dependiendo del nivel de interés o afinidad que tengan por la misma; pero, siempre es importante considerar problemas mayores, puesto que estos desenfoques son etapas.

Es decir; si evidencias que tu hijo tiene problemas para concentrarse en otras cosas diferentes a los medios digitales, como la televisión, puede significar un trastorno más severo, como TDAH, que ameritaría la intervención de un profesional.

Cambios drásticos de conducta

Una de las señales que te hace preguntarte ¿cuándo debo llevar a mi hijo al psicólogo? Es el cambio de humor o actitud que puede presentar tu pequeño de un momento a otro o de forma muy abrupta

Siguiendo este orden de ideas, si tu hijo es un chico/chica amoroso, comunicativo y al día siguiente todo lo contrario, puede que esté sufriendo algún tipo de abuso, como bullying en el establecimiento educativo que frecuenta.

Al mismo tiempo, puede tener asuntos o problemas con alguno de los padres, generando estrés emocional, es una de las señales que te indican cuándo necesita ayuda profesional tu hijo.

Somatización de problemas físicos

La Hipocondría o la somatización es un trastorno muy común en los niños, puesto que no poseen la suficiente experiencia para canalizar y entender ciertas situaciones que suceden en su cuerpo, haciendo que padezcan de supuestos dolores o malestares.

La reacción más lógica es que lo lleves a un pediatra, pero, si el diagnóstico del médico familiar indica que todo está bien y tu hijo continúa teniendo dolores de cabeza, estomacales, entre otros; puede que estés en presencia de una somatización.

Regresión de etapas

Si aún no estás seguro de cuándo llevar a tu hijo al psicólogo, esta señal es, por excelencia, una advertencia para salir corriendo y buscar un profesional. Se trata de la regresión del niño a etapas que ya hace tiempo había superado.

Por ejemplo, cuando vuelve a mojar la cama luego de un largo tiempo sin hacerlo, o recurrir a chupetes, mantas u objetos que hace tiempo había dejado atrás por sentirse mayor o porque ya no los necesitaba.

Esto generalmente indica que el niño está volviendo a una etapa en donde se sentía más resguardado, cuestión alarmante, puesto que refleja una inseguridad latente en su entorno.

¿Cómo se maneja una terapia infantil? ¿Es invasiva o agradable?

Al descubrir las señales que te indican cuándo necesita ayuda profesional tu hijo, hay una cosa que puede detenerte de llevar a tu pequeño al psicólogo, y es la forma en que se procede para tratar el trastorno.

Al contrario de lo que puedas pensar, las consultas en Brilo Psicólogos para niños siempre tienen un ambiente ameno, acompañado de juegos o distintas técnicas que los ayudan a abrirse y comunicar cuáles son los males que le aquejan.

Estas dinámicas juegan un papel vital en la terapia, puesto que, se crea un entorno totalmente seguro, en el que tu hijo siente que puede ser totalmente sincero sin que esto pueda generarle problemas.

Algunas de ellas están compuestas por juegos básicos, como armar bloques, jugar con plastilinas, completar rompecabezas, pudiendo siempre variar a medida que son mucho más grandes, empleando representaciones teatrales, dinámicas de grupo, entre otros.

Que te involucres en la terapia de tu hijo como padre significa un factor esencial para la mejora del trastorno del pequeño, ya que sentirá que te interesa lo que padece, ganando una mayor confianza a la hora de contar sus problemas.

Por ello, es importante hacer rutinas en las que se haga un recuento de lo bueno y lo malo del día, como pequeñas charlas antes de la hora de dormir, en un entorno seguro y privado para él.

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